Los hongos estaban ahí, entre las plantaciones de pino. Los indígenas de las comunidades de Salinas de Bolívar los veían indiferentes, como a cualquier otro organismo vegetal, hasta que descubrieron que tenían un potencial comercial. Especialmente para venderlos en países como Alemania, Italia, Suiza, entre otros. Desde 1985 se comenzaron a secar los hongos en los techos de las casas de la comunidad. Luego, se tecnificó el proceso. Más tarde, al ver los resultados positivos, se comenzaron a utilizar máquinas de cacao y hornos de pan, para poderlos secar de mejor forma. Desde hace 10 años se registra un ‘boom’, que obligó a los comuneros vincularse en la exportación a esos países, según el director de la Fundación Grupo Juvenil Salinas, Hugo Chamorro. “A escala nacional es poco conocido, pero de afuera solicitan grandes cantidades. Es un producto orgánico, nutritivo y apetecido para el sector gastronómico”. Se llegaron a producir hasta 20 toneladas de hongos secos cada año, en los mejores tiempos. Pero la erradicación de los bosques de pino influyó en la disminución. Ahora, dice Chamorro, llegan a cinco toneladas. Por eso, la expansión se convirtió en una necesidad para el proyecto. El año pasado llevaron la propuesta a Cotopaxi. 45 líderes comunales se sumaron. Desde esa fecha, la recolección de hongos se ha convertido en parte de la cotidianidad de la comunidad Santa Catalina de Churopinto. La idea es ampliar la propuesta no solo a más comunidades de Cotopaxi sino del país. Las zonas potencialmente más productivas son, precisamente, donde hay plantaciones de pino. El tipo de hongos que se producen se conocen como callambas o boletus edulis (Suillus Luteus). El proyecto incluye la recolección, deshidratación y comercialización. Los emprendedores han tenido el apoyo de GIZ (cooperación alemana), la Corporación de Promoción de Exportaciones e Importaciones (Corpei) y el Holding Salinerito. También de Aglomerados Cotopaxi. La revista especializada Discovery Salud destacó que este tipo de hongos representa el alimento más rico en selenio biodisponible que se conoce. Este elemento químico confiere propiedades antitumorales y antioxidantes. Además de otras sustancias que hacen de los hongos antiinflamatorios y antivirales, también son protectores de los vasos sanguíneos. Al igual que otras plantas, han desarrollado defensas químicas que les protegen del ataque de bacterias, virus y microbios. Estas variedades se utilizan en la actualidad para hacer medicamentos, según la revista Science. Chamorro destaca que el proyecto de hongos en Ecuador no solo permite aprovechar un producto sin generar un impacto ambiental, sino que ha mejorado las condiciones de vida de las comunidades involucradas en la actividad. Antes debían migrar a otras ciudades para conseguir fuentes de ingresos. O quienes se dedicaban a la agricultura no recibían precios justos por los productos. “Ahora lo ven como una vaca lechera, una oportunidad para generar ingresos y mejorar el estilo de vida”, destaca Chamorro. FUENTE EL COMERCIO
Los hongos estaban ahí, entre las plantaciones de pino. Los indígenas de las comunidades de Salinas de Bolívar los veían indiferentes, como a cualquier otro organismo vegetal, hasta que descubrieron que tenían un potencial comercial. Especialmente para venderlos en países como Alemania, Italia, Suiza, entre otros. Desde 1985 se comenzaron a secar los hongos en los techos de las casas de la comunidad. Luego, se tecnificó el proceso. Más tarde, al ver los resultados positivos, se comenzaron a utilizar máquinas de cacao y hornos de pan, para poderlos secar de mejor forma. Desde hace 10 años se registra un ‘boom’, que obligó a los comuneros vincularse en la exportación a esos países, según el director de la Fundación Grupo Juvenil Salinas, Hugo Chamorro. “A escala nacional es poco conocido, pero de afuera solicitan grandes cantidades. Es un producto orgánico, nutritivo y apetecido para el sector gastronómico”. Se llegaron a producir hasta 20 toneladas de hongos secos cada año, en los mejores tiempos. Pero la erradicación de los bosques de pino influyó en la disminución. Ahora, dice Chamorro, llegan a cinco toneladas. Por eso, la expansión se convirtió en una necesidad para el proyecto. El año pasado llevaron la propuesta a Cotopaxi. 45 líderes comunales se sumaron. Desde esa fecha, la recolección de hongos se ha convertido en parte de la cotidianidad de la comunidad Santa Catalina de Churopinto. La idea es ampliar la propuesta no solo a más comunidades de Cotopaxi sino del país. Las zonas potencialmente más productivas son, precisamente, donde hay plantaciones de pino. El tipo de hongos que se producen se conocen como callambas o boletus edulis (Suillus Luteus). El proyecto incluye la recolección, deshidratación y comercialización. Los emprendedores han tenido el apoyo de GIZ (cooperación alemana), la Corporación de Promoción de Exportaciones e Importaciones (Corpei) y el Holding Salinerito. También de Aglomerados Cotopaxi. La revista especializada Discovery Salud destacó que este tipo de hongos representa el alimento más rico en selenio biodisponible que se conoce. Este elemento químico confiere propiedades antitumorales y antioxidantes. Además de otras sustancias que hacen de los hongos antiinflamatorios y antivirales, también son protectores de los vasos sanguíneos. Al igual que otras plantas, han desarrollado defensas químicas que les protegen del ataque de bacterias, virus y microbios. Estas variedades se utilizan en la actualidad para hacer medicamentos, según la revista Science. Chamorro destaca que el proyecto de hongos en Ecuador no solo permite aprovechar un producto sin generar un impacto ambiental, sino que ha mejorado las condiciones de vida de las comunidades involucradas en la actividad. Antes debían migrar a otras ciudades para conseguir fuentes de ingresos. O quienes se dedicaban a la agricultura no recibían precios justos por los productos. “Ahora lo ven como una vaca lechera, una oportunidad para generar ingresos y mejorar el estilo de vida”, destaca Chamorro. FUENTE EL COMERCIO
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