El presidente de la Asociación de la Feria de Mayo, José Francisco Boj Ortigosa 'El Salinerito', es uno de los personajes más singulares de Torrevieja, cargado de grandes y curiosas vivencias. Su actual responsabilidad le une a una de sus más arraigadas pasiones: lo andaluz, el caballo y sobre todo, el toro, mundo sobre el que sigue girando su vida a sus sesenta y un años, y donde ha conseguido ser uno de los nombres propios del planeta taurino desde distintas vertientes del arte de cúchares.
Como tantos otros torrevejenses de nacimiento, miró más a tierra adentro que a la mar. Quizá porque la mar ya la tenía en su casa y le daba muestras diarias de su crudeza. Y así ha sido. A los nueve años ya andaba metido en los tinglados de un bar, de 'fregavasos' en uno de los locales míticos de Torrevieja ya desaparecido, La Puerta del Sol.
De ahí pasó a uno de los mostradores históricos de la Torrevieja marinera, El Café de España, también en la memoria, de la mano de Mariano Dolón. Luego, Juan Ruiz Meriñán, cartagenero de corazón torrevejense, lo admitiría en su primitivo Puerto Rico. Pero entre 'palomas' y 'canarios', (se dice que las que él sirve tienen el sabor añejo del salinero que viene de dar de mano), su ilusión estaba puesta en el mundo de los toros.
Quería ser torero con un nombre que identificara a su pueblo, por eso escogió lo de 'Salinerito', aspiración a la que casi nadie se postulaba en Torrevieja, con lo que se convirtió en único junto al recordado José Payá Parodi. A los quince años se marchó de 'maletilla' a Madrid, de la mano del novillero de Orihuela José Grajeño, probando suerte en las llamadas 'oportunidades' de la Plaza Vista Alegre, por encima de la opinión en contra de su padre.
Un año más tarde, en 1966, debutó en Orihuela como sobresaliente. Pero siguió alternándose, primero con la mili en San Javier, y después siempre metido en faenas de hostelería, pasó por la repostería del Casino de Torrevieja para regentar después uno de los bares más antiguos de la ciudad de la sal, el Rancho Chico que él mismo hizo todavía más célebre.
De allí salió prácticamente vestido de luces a las plazas de Sisante, Las Pedroñeras, Casas Ibáñez y otras tantas. Y especialmente lo hizo en el año 1971, ya de novillero, para hacer su último paseíllo, en Torrevieja junto a su gran amigo Payá Parodi y a Mariano Villaescusa. Aquella tarde, la desaparecida plaza de la Torre del Moro se llenó hasta la bandera para ver cortar la coleta al Salinerito, quien en momento tan crucial pronunció la recordada frase «Torrevieja pierde un torero, pero gana un gran político». Y sonó su pasodoble 'El Salinerito', partitura binaria, rumbosa y emotiva que le compuso el maestro Ricardo Lafuente Aguado, con letra de Antonio Pérez Fenoll y Francisco Atienza Ferrández.
Muchos taurinos afirman que ya hubieran querido las primerísimas figuras del toreo tener un pasodoble semejante, y es cierto. «Desde la Plaza de Oriente/ hasta el Barrio de Molinos/ va diciendo la gente / que él es un torero fino/ Salinerito le llaman / por nacer en Torrevieja / tienes la gracia de España / y la sal que hay en tu tierra».
Después vendrían nuevas plazas, es decir, nuevos bares en su vida, el Avenida, la repostería de la Residencia de la Tercera Edad, el Restaurante El Chambel, el Club Taurino, del que es presidente desde su fundación y actualmente el Restaurante Salinerito, frente al Centro Cultural Virgen del Carmen, en su barrio de La Punta.
Pero su gusanillo torero nunca se sacia. En la actualidad es el presidente de la Plataforma Pro-nueva Plaza de Toros de Torrevieja. Ha sido apoderado de un buen número de toreros, con los que se ha presentado en las primeras plazas de España, Francia y América, y especialmente lo fue del torrevejense Joselito Payá, hijo de su amigo Pepe Payá Parodi, que de su mano dio el paso que él mismo hubiera querido para si: tomar la alternativa, convirtiéndose en el único torrevejense que lo ha hecho en la era del toreo moderno. También lo hizo debutar en Acho (Perú).
Ser ganadero es otro de sus sueños, que por ahora ha visto cumplido a medias primero en una finca en Elche de la Sierra y después en Villaverde de Guadalmina, donde llegó a tener 400 vacas procedentes de la finca Derramadero de Carlos Núñez. También ha destacado como empresario en numerosas plazas de España y en América, organizando festejos en Arequipas (Perú) o en California.
Entre sus máximas satisfacciones, se encuentra el estar distinguido con la Medalla al Mérito Taurino, que le fue concedida al mismo tiempo que al Rey Juan Carlos por la Federación Nacional de Entidades Taurinas, así como el que su nombre esté incluido en la 'biblia' taurina por antonomasia, la enciclopedia de José María de Cossío, junto a las figuras de los ruedos del mundo.
Y es que él para Torrevieja, la tierra que ama por sus cuatro costados como ha demostrado a lo largo de su vida, también es una figura, con un pasodoble sin igual que le piropea permanentemente: «Salinerito gracioso/ saleroso y pinturero». FUENTE: averdad.es
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