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SALINAS, UN SUEÑO HECHO REALIDAD
Salinas, un pueblo olvidado y marginado, de la sierra ecuatoriana, experimento pobreza y abandono durante varios años, los indicadores sugieren que en 1.970 la mortalidad infantil era de 45 % y el analfabetismo cerca de 85%.
No había carretera permanente a ningún lado, ni agua entubada, ni luz eléctrica, ni teléfono; las viviendas eran humildes chozas de tierra y paja.
La única fuente de trabajo eran las minas de sal, para obtenerla se debía evaporar el agua salada, llevarla hasta el pueblo y cocinarla en grandes pailas hasta secar el contenido, moldearlo en forma de 2 bolas, las mismas que envueltas en paja constituyen el "Amarrado de sal".
Los integrantes de una poderosa familia de origen colombiano se hacían dueños de las fuentes, así como se habían hecho dueños de grandes extensiones de tierra en toda la zona.
Cuando llegaron unos voluntarios Italianos de la operación Mato Grosso junto con dos padrecitos de la Misión Salesiana (P. Alberto Panerati y P. Antonio Polo) se conformó la primera cooperativa de Ahorro y Crédito.
Cándido Rada (obispo de Guaranda) había sugerido impulsar una forma de organización con la finalidad de que la población de Salinas consiguiera utilizar libremente las minas de sal.
Se consiguió el objetivo, se retiraron los terratenientes pero al mismo tiempo quedo claro que sal no podía ser el futuro de la economía. Sin embargo, la tradicional solidaridad andina había encontrado en el cooperativismo la forma de manifestarse eficazmente frente a los retos de la sociedad actual.
Es así como hace 28 años, cuando en Salinas, provincia de Bolívar, el experto quesero de origen suizo, señor José Dubach, junto a sus alumnos campesinos, un 16 de junio de 1978 inició la producción de quesos aplicando la tecnología quesera de su país. El paso siguiente fue la apertura en Quito del primer local especializado en la venta de quesos, la "Tienda Queseras de Bolívar", que se realizo un mes mas tarde.
El apoyo de la Agencia de Cooperación Suiza para el Desarrollo cumplió su ciclo. Su aporte y enseñanzas cayeron en tierra fértil: las queserías campesinas siguen creciendo y hoy las casi cien queserías, distribuidas en siete provincias del país, que conforman el Consorcio producen una gran variedad de exquisitos quesos los que son un deleite al paladar. Además en cada queso hay una apuesta por una vida mejor de las familias y comunidades campesinas.
Es posible que un buen numero de hombres y mujeres del campo, candidatos y candidatas a la migración, sigan viviendo en el campo, no dependiendo únicamente de la tierra para vivir, sino realizando otras actividades derivadas de la producción agropecuaria que, a más de mejorar o complementar sus ingresos, se constituyen en estímulos para su capacitación profesional y para consolidar sus organizaciones, para la prestación de servicios a la población y para el fortalecimiento de la economía familiar y comunitaria.
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