Antes del surgimiento de la diversificación económica, la parroquia mantuvo dos importantes rubros de producción: Cascarilla en la zona del subtrópico y sal mineral en la zona alta.
La cascarilla, una planta originaria de Sudamérica, cuyo hábitat son los bosques sub-andinos y lluviosos, de su corteza se extrae una sustancia conocida como quinina que se usa para tratar el paludismo[1]; tuvo una época de bonanza a partir del siglo XVI hasta poco después de la Segunda Guerra Mundial en que se inicio su producción sintética.
Sal mineral: Salinas alberga al interior, una de las dos principales minas de sal existentes en la serranía ecuatoriana; restos arqueológicos encontrados en los alrededores de Salinas muestran indicios que este producto ha sido explotado por lo menos desde hace 2.000 años. La sal, constituyó por su alto valor una producción estratégica de la zona, su utilización principal era la conservación de alimentos, condimento y medicinal, garantizaba a aquellos que estuvieran en su explotación, el acceso a los elementos de subsistencia por medio del trueque con zonas tan lejanas como la cuenca del Guayas por el occidente, Pichincha por el norte, y Perú por el sur, tal era su valor que se intercambiaba hasta por oro. Para la década de 1950, se estimó una producción anual de hasta 96 toneladas (Peñaherrera 1958: 202-204).
Para 1982 en la zona de Salinas existían tres sitios de sal con un total de ocho manantiales, el más grande denominado Cachipamba (superficie plana de sal, en quichua), era la única vertiente todavía utilizada para el refinamiento; Cerca de 200 metros al sur de la primera se asienta un sitio más pequeño, Casahuaycu (Barranca de granizo), abandonada aproximadamente en 1970; el tercer sitio referido como el de Minas o Pucacachi, se halla aproximadamente a 1 km. Al oeste de Cachipamba y no ha producido sal desde 1963.
El proceso para la producción de la sal era el siguiente:
· Las mujeres y los niños caminaban hacia los sitios por la mañana y recolectaban agua de los manantiales salinos en recipientes de calabaza y los depositaban en las charcas (pozos);
· Luego de un proceso que podía durar todo el día y que consistía en verter gradualmente el agua sobre los mojados lechos de roca dura de sal o chacras esperando que la superficie se seque antes de verter de nuevo el agua y recolectarse en una charca menor, también conocida como ikijon; cuando toda el agua vertida llenaba la charca menor, ésta nuevamente era llevada a la charca situada más arriba para ser vertida de nuevo sobre la chacra, este proceso era llamado el baño y las mujeres que vertían el agua eran llamadas regadoras o jichana huarmicuna; esta actividad buscaba lograr una mayor concentración salina por medio de la evaporación del agua por acción solar;
· El punto en que el agua estaba lista para la cocción era fácilmente probado colocando un huevo en el agua, si este flotaba, la solución estaba lista; de desearse una solución más fuerte, se reemplazaba el huevo por una papa;
· Cuando la solución pasaba la prueba del huevo, podía ser guardada en los puzus hasta la fecha de su cocción;
· Para el proceso de cocción el agua salada era colocada en grandes vasijas de metal sobre una chimenea abierta conformada por tres rocas, utilizando la madera como combustible, se cocinaban 14 galones de agua salada en 7 horas y se producían 25 libras de sal;
Los trabajos de refinación de sal mineral eran organizados a nivel familiar y las mujeres eran la piedra angular de las operaciones, los hombres y niños contribuían laboralmente mediante la recolección del combustible (paja, estiércol y leña) y ayudando a cuidar el fuego mientras se cocía; los hombres eran importantes para la supervivencia de la operación, aunque no directamente; estaban llamados a realizar tareas agrícolas, a reparar cercas y otras tareas masculinas en las tierras de los Cordovez; en esto los maridos eran cuidadosos en cumplir estas tareas de lo contrario sus esposas perdían el usufructo de los derechos sobre la explotación de la sal.
Por la importancia que se otorgaba a la producción de sal, esta debía tener un gran valor en la época pre-colombina, pues aún a principios del siglo XX, aunque ya no se intercambiaba por oro, esta era vendida o también utilizada como artículo de intercambio (moneda) en Salinas, Ambato, Simiatug y localidades aledañas.
A partir de 1960, en que se masificó la explotación de la sal marina, debido al avance de su tecnología de explotación, que por su mayor facilidad de extracción presentaba menores costos; la producción de sal en Salinas, perdió relevancia, esto la convirtió en una producción marginal mal remunerada.
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